El gusano de maguey o Chinicuil es un alimento que data de la época prehispánica, se consideraba un manjar que sólo consumían los emperadores aztecas. Actualmente es calificado como un platillo exótico y caro, son ricos en ácidos grasos; el consumo aún es cultural, pero se prevé que en unos años sea la base alimentaria del ser humano.
Los gusanos de maguey, Chinicuil, muy apreciados fueron llamados por los indígenas antiguos chilocuilin, que se encuentran en las hojas del agave, maguey pulquero. Al nacer, las orugas se introducen en las hojas carnosas y jugosas a llegar al corazón del maguey, ahí se dedica a comer la pulpa y a crecer, hasta alcanzar unos 5 centímetros de largo y color rojizo.
Se consiguen entre los meses de agosto y septiembre en el Estado de Hidalgo.Para comerse se lavan y secan, se ponen al comal a tostarse hasta que se estiran e inflen. Deben de quedar doraditos y crujientes. También se comen en mixiotes, tamales,salsas. Se ponen sobre las brazas o entre las cenizas. Fritos con aceite de oliva son deliciosos. Los antiguos los freían con aceite de chía. Y la manera mas rica es simplemente en taco, con una tortilla de mano.
La historia tras el gusano en la botella
En 1940 Jacobo Lozano Páez se trasladó de Parras de la Fuente a la Ciudad de México para estudiar pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de San Carlos. Consiguió un trabajo en la tienda de licores "La Minita" en el centro de la ciudad. Esta experiencia cambió sus aspiraciones artísticas por las de la comercialización de mezcal, una actividad iniciada en la misma tienda de licores.
Tras conocer a su esposa, inició una pequeña planta embotelladora en 1942. Confió en las manos de su esposa y recogieron botellas usadas y las limpiaron para su funcionamiento.
Tiempo después, la pareja compró el mezcal de la familia Méndez en Matatlán, Oaxaca. En 1950, el entonces empresario sin experiencia y ahora dueño de Atlántida SA, descubrió en la cata que el gusano de maguey daba al mezcal un sabor diferente. Fue así como surgió la idea de darle a su producto un toque distintivo que a la vez sería una interesante herramienta de marketing: un gusano se agregó a la botella y otros tantos sirvieron para acompañar la bebida (ya deshidratados, molidos y sazonados). En última instancia, estos ingredientes determinan la identificación de los mezcales "Gusano de Oro" y "Gusano Rojo"
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